Sheinbaum niega nexos criminales tras señalamientos de Trump
- Jaime Alfonzo
- 2 feb
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ALPHA:
Columna de opinión de Jaime Alfonzo.
Sheinbaum niega nexos criminales tras señalamientos de Trump
La relación entre México y Estados Unidos, históricamente compleja, se encuentra hoy en una encrucijada crítica. Con el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, las tensiones han escalado a niveles que desafían no solo los lazos diplomáticos, sino también la estabilidad de una región profundamente interdependiente. El discurso supremacista y unilateral que marcó su primer mandato ha resurgido con renovada agresividad, esta vez acompañado de acusaciones infundadas que buscan culpar al gobierno mexicano de complicidad con el crimen organizado. Sin embargo, más allá de las palabras, lo que está en juego es mucho más que una disputa bilateral: es una prueba de fuego para la soberanía nacional y la capacidad de México de defender sus intereses frente a un vecino poderoso.
El gobierno de Claudia Sheinbaum ha respondido con firmeza y datos contundentes a estas acusaciones. En los últimos cuatro meses, México ha asegurado más de 40 toneladas de drogas y detenido a más de 10 mil personas vinculadas con el crimen organizado. Estas cifras no son meros números; representan un compromiso tangible con la seguridad regional y global. Sin embargo, lo que Washington omite convenientemente es que el problema del narcotráfico no es exclusivo de México, ni puede resolverse sin abordar sus causas sistémicas. La epidemia de fentanilo en Estados Unidos, por ejemplo, tiene raíces profundas en una crisis de salud pública mal gestionada durante décadas. Además, el flujo incontrolado de armas de alto poder desde territorio estadounidense hacia México alimenta directamente la violencia en el país. Según el propio Departamento de Justicia de EE.UU., las armas utilizadas por los cárteles mexicanos provienen en su mayoría de armerías estadounidenses. ¨Si existe una "alianza" con el crimen organizado, como sugiere Trump, está más cerca de casa de lo que él parece querer admitir¨. Ha señalado Sheinbaum en un comunicado.
Frente a este panorama, el gobierno de Sheinbaum ha adoptado una postura estratégica: ¨cooperación sí, sumisión no¨. La propuesta de una mesa de trabajo conjunta en materia de seguridad y salud pública refleja un enfoque pragmático y constructivo. México reconoce que los desafíos compartidos requieren soluciones conjuntas, pero también ha dejado claro que no aceptará medidas arbitrarias ni injerencistas que vulneren la soberanía de México. Esta posición equilibrada busca tender puentes sin renunciar a principios fundamentales. ¨La coordinación es bienvenida; la subordinación, inaceptable¨. Remarca Sheinbaum en su comunicado.
Sin embargo, el regreso de Trump al poder ha intensificado las tensiones más allá de la seguridad. Su agenda agresiva contra México y los migrantes latinos se ha traducido en amenazas arancelarias y un endurecimiento de las políticas migratorias. Estas medidas no solo complican la cooperación binacional, sino que también reflejan una visión miope de la seguridad que ignora la complejidad de los desafíos compartidos. Las amenazas y la retórica beligerante no son el camino para construir una relación basada en el respeto mutuo y la colaboración. Por el contrario, socavan la confianza necesaria para avanzar en temas cruciales como el comercio, la inversión y la seguridad fronteriza.
Los posibles escenarios en la relación México-Estados Unidos dependerán en gran medida de la capacidad de resistencia del gobierno mexicano y de la presión que sectores empresariales y políticos puedan ejercer sobre la administración de Trump. Si este último persiste en su retórica hostil, México deberá reforzar sus estrategias comerciales y diplomáticas para minimizar el impacto de una política exterior cada vez más agresiva. La diversificación de mercados, el fortalecimiento de alianzas regionales (como con Canadá, Europa y Asia) y la defensa de la soberanía nacional serán claves en este proceso.
En un mundo cada vez más interconectado, las soluciones unilaterales son insuficientes. Los problemas que afectan a México y Estados Unidos —desde el narcotráfico hasta la migración y el cambio climático— requieren enfoques multilaterales basados en el diálogo y la cooperación. La retórica hostil de Trump no solo daña la relación bilateral, sino que también obstaculiza la posibilidad de construir soluciones efectivas a problemas que afectan a ambos lados de la frontera. México ha hecho su parte; ahora es el turno de Estados Unidos de actuar con responsabilidad y visión de futuro.
En última instancia, la postura de México bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum deja un mensaje claro: ¨somos un país soberano, dispuesto a colaborar, pero no a ser subordinado¨. La relación bilateral puede ser una oportunidad para el progreso mutuo o un campo de batalla político. La decisión, ahora, está en manos de Trump. México ha extendido la mano para trabajar juntos, pero también ha trazado una línea roja que no permitirá ser cruzada. El futuro de esta relación dependerá de si Estados Unidos elige el camino del diálogo y la colaboración o el de la imposición y la confrontación.
En este contexto, México no solo defiende su dignidad, sino también el principio fundamental de que las naciones deben tratarse con respeto mutuo. Como diría un viejo adagio diplomático: "No se trata de quién grita más fuerte, sino de quién escucha mejor." Es hora de que Washington escuche.
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