El Colegio Electoral de Estados Unidos: ¿Una reliquia necesaria o un sistema en crisis?
- Jaime Alfonzo
- 22 oct 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 28 oct 2024

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Columna de opinión de Jaime Alfonzo.
El Colegio Electoral de Estados Unidos: ¿Una reliquia necesaria o un sistema en crisis?
A 237 años de su fundación, Estados Unidos sigue eligiendo a su presidente mediante el Colegio Electoral, un sistema único en el mundo contemporáneo que, aunque diseñado para equilibrar el poder entre los estados más grandes y pequeños, está cada vez más cuestionado. Me parece fundamental reflexionar sobre si este sistema sigue siendo viable en una democracia que se presenta como modelo global, o si ha llegado el momento de reconsiderarlo.
El Coliseo Electoral, que data de 1787, fue una solución pragmática para una época en la que la comunicación y los viajes eran lentos, y los fundadores querían evitar que las grandes ciudades del este dominaran por completo las elecciones. El concepto de que los delegados, elegidos por los votantes, sean quienes seleccionen al presidente, refleja un intento por equilibrar el poder entre los estados pequeños y los más poblados. Sin embargo, en la era moderna, donde el voto popular es el estándar en casi todas las democracias occidentales, ¿sigue siendo justo este sistema?
Los datos nos invitan a reflexionar. Un candidato puede ganar la presidencia sin obtener la mayoría del voto popular, como ocurrió en 2000 con George W. Bush y en 2016 con Donald Trump, cuando sus oponentes, Al Gore y Hillary Clinton respectivamente, ganaron más votos a nivel nacional pero perdieron en el Colegio Electoral. Este escenario, en un país que se considera la democracia más influyente del mundo, es visto como un contrasentido por muchos dentro y fuera de Estados Unidos.
El próximo 5 de noviembre, nuevamente millones de estadounidenses acudirán a las urnas, pero solo 538 personas—los delegados del Colegio Electoral—serán quienes finalmente escojan al presidente. Este cuerpo está compuesto por los 435 miembros de la Cámara de Representantes, 100 senadores y 3 delegados del Distrito de Columbia. Para ganar, un candidato necesita 270 votos electorales, y aquí entra la naturaleza casi 'binaria' de las elecciones en 48 estados: el ganador se lleva todos los delegados, sin importar si su ventaja sobre el contrincante es mínima. Solo Maine y Nebraska rompen esta tendencia con un sistema más proporcional.
Críticas y desigualdades estructurales
Las críticas al Colegio Electoral no son nuevas. Muchos señalan que otorga una ventaja desproporcionada a los estados pequeños, sobre-representados en relación a su población. En estados como Wyoming, un delegado del Colegio Electoral puede representar a menos personas que en California o Texas, creando una distorsión evidente en la representatividad democrática. Otros, en cambio, argumentan que el sistema protege a los estados pequeños de ser eclipsados por los más grandes, asegurando que su voz sea escuchada en el proceso.
Un dato revelador es que el 61% de los estadounidenses están a favor de abolir el Colegio Electoral, según diversas encuestas recientes, pero la división partidaria es evidente: el 81% de los demócratas quieren un cambio, frente al solo 23% de los republicanos. Esta polarización refleja también los beneficios estratégicos que el sistema otorga a ambos partidos en diferentes momentos históricos.
Estados péndulo: el campo de batalla electoral
Otra característica crucial del sistema son los llamados "estados péndulo", aquellos que no tienen una afiliación partidaria clara y cuyo voto puede oscilar entre demócratas o republicanos en cada elección. Estos estados, que actualmente incluyen a Florida, Pensilvania, Wisconsin, Ohio, Carolina del Norte, Arizona y Michigan, concentran el esfuerzo de las campañas, dejando al resto del país prácticamente fuera de la competencia real.
En 2020, por ejemplo, el presidente Joe Biden ganó con una diferencia de más de siete millones de votos sobre Donald Trump, pero en los estados clave la diferencia fue mucho menor. En Arizona, Georgia, Pensilvania y Wisconsin, Biden ganó apenas 124.365 votos en total, obteniendo 57 delegados que resultaron decisivos. Un ligero cambio en esos estados podría haberle dado la victoria a Trump, a pesar de su amplia derrota en el voto popular.
¿Qué esperar el 5 de noviembre?
A medida que se acercan las elecciones del 5 de noviembre, con Donald Trump y Kamala Harris como los principales contendientes, el escenario sigue siendo impredecible. Trump sigue siendo una figura polarizadora, con una base sólida entre los republicanos, mientras que Harris, como primera mujer negra y asiática en postularse a la presidencia, está enfocada en movilizar el voto demócrata joven y de las minorías. Sin embargo, los resultados podrían depender, una vez más, de lo que ocurra en esos estados péndulo.
Aparte de la elección presidencial, también se decidirá un tercio del Senado y la totalidad de la Cámara de Representantes, lo que podría cambiar drásticamente el equilibrio de poder en el Congreso. Actualmente, los republicanos controlan la Cámara, mientras los demócratas tienen una ligera mayoría en el Senado. Este resultado es clave, ya que un Congreso dividido podría limitar la capacidad del próximo presidente para gobernar con eficacia.
¿Hacia dónde va Estados Unidos?
Es innegable que el Coliseo Electoral ha sido fundamental en la historia de Estados Unidos, pero también es cierto que ha generado desigualdades y frustración en la era moderna. La pregunta es si el país seguirá aferrándose a este sistema en futuras elecciones o si finalmente avanzará hacia un voto popular que refleje más fielmente la voluntad de los ciudadanos. En un momento de tanta polarización, este debate será crucial para el futuro de la democracia estadounidense.
Lo que está claro es que el resultado de estas elecciones no solo determinará quién ocupará la Casa Blanca, sino también el rumbo que tomará la democracia en Estados Unidos en los próximos años.
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